Muestra inseguridad ante cualquier reto que se le presente. Es negativista. No suele ser optimista, sino todo lo contrario. Está convencido de que no le saldrán bien las cosas.
Es decir, que buscará modelos fuera de sí mismo, que es otro de los indicadores claros de falta de autoestima. Un niño, por ejemplo, que no confíe en sus propias posibilidades para hacer un dibujo en clase, se fijará en cómo lo dibuja el compañero, para así poder garantizar que le saldrá bien.
¿Qué podemos hacer los padres contra la baja autoestima?
Una de las claves es que, cuando el niño haga algo, valoremos más el proceso que el resultado. Hemos de educarle para que disfrute del proceso y reinterpretar el resultado si éste no es del agrado del niño. Hemos de conseguir que nuestro hijo comprenda que lo valoramos a él y no solo al dibujo que ha realizado, por ejemplo.
En definitiva, hemos de preparar a nuestro hijo para «ser» mejor. Ya se encargará la sociedad y la cultura de prepararlo para «tener» más. Es decir, como nos conviene mucho que nuestro hijo viva de acuerdo a su propia identidad, hemos de facilitarle que desarrolle su propio potencial intrínseco. Potencial que es peculiar del niño y que quizá no tiene nada que ver con el que nosotros desearíamos que fuese.
Por tanto, necesitamos saber con claridad cuál es ese potencial intrínseco y hacer que la vida del niño pivote alrededor de él. Cuanto más cercanas estén las acciones que realice hacia su potencial, más estará viviendo de acuerdo a su propia identidad. Mejor le saldrá todo lo que haga.
Como consecuencia final, se sentirá plenamente confiado en sus posibilidades. Y es que cualquier persona que alcanza la excelencia con sus acciones es porque las ha realizado de acuerdo a su propia identidad.
Ahora bien, si el niño ya tiene la autoestima baja, entonces los padres tendremos que escucharlo y observarlo. Solo así hallaremos los juicios despectivos y las creencias limitadoras que hacen que esa autoestima esté baja. A partir de aquí, tendremos que ayudarle a que reinterprete dichas creencias para que los juicios desaparezcan.
Lo mejor para esta labor es hallar ese potencial intrínseco que el niño posee , identificar cuáles son sus valores y, por supuesto, apoyarlo sin concesiones. Sólo así sabremos qué es lo que le apasiona a nuestro hijo y qué es lo que le hace emplear toda su energía positiva, toda su inteligencia y todo su amor en eso que le apasiona.
Comentarios recientes